sábado, 2 de junio de 2007

Náuseas

Tus besos me saben a entripados directos de boca del estómago, ácido diluido por horcajadas de residuos básicos. Como sabría cualquier retrete antes de recibir la limpieza matutina.

Si he de confesar que me provocan asco tus palabras, si he de razonar que tus besos proyectan un sabor viscoso, purulento; casi nulo. Te encuentro como olor pútrido de lo friable, descomposición refrigerada de objetos comestibles.

Inmaculada, como morgue saturando al aire con partículas azufradas. Te encuentro entre mis ojos como infección solo redimible por penicilina, provocando el lagrimeo ocular con el vaivén diferencial del semen contenido.

Explotas como feria de pueblo, entre legrados avinagrados; procurando pulular entre porciones iguales los restos de semejanzas etéreas.

Te asemejas tanto a la composición pura de una enfermedad venérea, contaminando de tonos ensangrentados el cuerpo, como escupitajo mental de lo asiduo.

Te fermentas entre contorsiones, confirmando la teoría de generación espontánea. Te veo como objetivo vomitivo, impidiendo cualquier intento de amarte. Te defino como residuo de mucosa, mierda volátil en potencia, como ulcera madurada entre las entrañas.

Provocas la bulimia en mi cuerpo, buscando expulsarte como gangrena para ser exterminada, liberar los residuos nasales y oculares, rezagados por tu presencia.