
Besos para medir la distancia de tus pies a tu alma, dedos para pintar un dragón de caricias que comience en tu ombligo y termine en tu espalda, silencios para existir y fundirnos en uno, y estallar, en un último grito fatal.
No es tu ausencia la que prensa mis labios y enmudece mis sueños… son las ganas multiplicadas, mis alas inundadas de promesas.