¿Si sucede que un día decides violar la etiqueta y estrenar? Tal vez sea demasiado tarde, tanta lluvia, tantos cielos, tantos relojes de por medio. Tantos miedos atrincherados en la gaveta, con pequeñas alas listos para echar a volar. Entonces la lluvia de mariposas se convertiría en desvelo, y yo, me quedo descalzo entre piedras, con los pequeños pedacitos de vidrio que dejaste con tu ausencia.
Dejarás de ser parte de mi utopía rezando en silencio, en los viejos rincones donde lo oscuro calma mi sed. Del tiempo, empolvado de tantas ausencias, de esta maldita cirrosis por el exceso de tus besos. Debo dejar de escudar tu miedo con pequeños calificativos, aceptar que tu ausencia es sólo la pastilla que se posa en mi lengua, que tus palabras son tan sólidas como el humo que sale de mi boca.
Necesito aferrarme a unos muslos violetas, beber sangre con sabor a amor, volarme de un tiro todas las ganas, hundirme inevitable en luna llena, tumbar las nubes con un susurro que no suene a ayer. Sembrar un nuevo inicio que no pretenda girasoles donde no hay sol, fascinarme con la distancia de manos enlazadas, de cuerpos a menos cero.
Y volverme pared azul, que no distinga colores ni tu voz tiritando entre ladrillos, que no se canse, que no se vuelque en tristeza cuando le arrancas las piernecitas a mis ganas. Que no sea yo, que deje de mirar desear ser estrella en un cielo y de otro tiempo, de otro espacio… de las mismas ganas que me azotan cada vez que apareces.