Breve descripción del paciente:
Inestable, inconsistente e infiel. Disfruta del dolor ajeno y del propio –más del primero que del segundo- y se regodea de ser el causante de éste. Incapaz de permanecer solo e incapaz de terminar con la enfermedad en su vida, aunque sepa el camino. Cae y se levanta mil veces… para el final volver a caer en el mismo juego, consciente de que sin duda alguna volverá a caer.
Polígamo hasta los huesos; si volviera a nacer, seguiría siendo imposible para él estar con una sola mujer. Sobra decir que ni en toda una vida de análisis riguroso esto se va a corregir. Él es así.
Misógino, manipulador y mentiroso; manosea la “verdad” a su conveniencia. Utiliza a las féminas de sus alrededores a su antojo siempre esperando que se le rinda pleitesía; tristemente casi siempre es así. Miente y miente y vuelve a mentir tan seguro de que está diciendo la verdad que es casi imposible aprender a ver a través de él; muy pocas lo logran.
Perverso. No siente culpa de hacer y deshacer a su antojo y mucho menos de provocar el sufrimiento de quien está junto a él.
No negocia, impone. Nunca pregunta, afirma. Difícilmente se entrega por completo porque siempre está el miedo a caer. Y cuando “se entrega” siempre es con la persona equivocada. Y jamás aprende (ni aprenderá).
Cualquier intento del paciente por cambiar las conductas arriba descritas termina siempre en resultados catastróficos, semanas durante las cuales relame las heridas nuevas y vuelve a abrir las viejas para no olvidar.
Pero encantador y romántico como pocos. Endulza las palabras como nadie y provoca la sensación de estar viviendo en un cuento que él mismo escribe para ti. Te envuelve, te toma, te susurra al oído, dice cosas que nunca habías escuchado y llega a lugares a los que nunca nadie había llegado antes, para entonces… dejarte otra vez.
Tratar de hacer un diagnóstico y un pronóstico sería perder el tiempo. Es un caso que simple y sencillamente no tiene remedio.
*Por eso no confío en las psicólogas...