miércoles, 11 de julio de 2007

Menguando

Menguando, pretendiendo encontrar cambios aunados a un futuro de retóricas volátiles, definiendo los espasmos como alargados, para tejerte mis soledades.

Me declaro insufrible, como fiebre marina de 40 grados. Hoy que no encuentro el Sol de tu mañana, que entre hojas marchitas decido construir ataduras, buscando ser tu invierno.

Te descubro aislando mis momentos para obtener el último sorbo de locura que me resta, esto no ha de servir para enamorarte entre las comas de mis textos, o encontrar el fervor religioso de tus manos cuando me tocaban.

No conseguiré estrechar el eco para comprender que a veces la lluvia no moja, la capacidad de amar solo puede ser definida por el tiempo. Te tomo el pañuelo blanco que une entre costuras mi lengua con mis manos.

Podría desaparecer los pasos, renacer entre los cadáveres de las mortajas. Encapsularé tu aroma para inundar mis fosas nasales, permaneciendo siempre a los sonetos de murmullos y oscuridad.

Traspaso las postales de tu memoria para inmiscuirme en tu recuerdo, para dejar mi fotografía como evidencia de lo que siento. Por que evito ser reciclado como la basura, abrumado como zanja fiel a la locura.

La rutina domina tus pasos, subiendo la escalinata que va de tu cuello a tu cabeza, flotando como bruma adormecedora de cualquier frustración eclíptica.

Te fundes como hierro conjugando el espacio que robas, derritiendo cualquier manojo de ilusiones encontradas a tu paso. Sostendría los verbos de mi boca, hilándome hasta donde tu corazón lo permita.

No cantaré buscando que mis notas penetren tus oídos, buscaría arrancarte como hierba mala de mi corazón; buscaría pretexto en las razones obvias que interpreta tu andar.

Rindo tributo a tu ausencia entre ángeles degollados, buscando el beso amante que provoque la adversidad de una mirada robada. Encallo cada noche en tus brazos, sabiendo que las amarras pertenecen a otro puerto.

El tono de tu voz evocando enarmónicas locuras, empapado con la ira de tus ojos; marchitando los dedos para cuajarlos en tus falsas realidades. Te defino ecléctica, sólo enamorada del momento.