martes, 31 de mayo de 2011

Corazonada



Una corazonada plena de razón, rasgando el aire como cuchilla, aleteando en vuelos pequeños y cruzados; crecida de tiempo, enmohecida en tristeza, huyendo justo de quien la puso ahí, al borde, apenas instantes antes de saltar y darse cuenta del estúpido juego del que había sido parte.

- ¿Las corazonadas también sentimos, pensamos y queremos? - Se preguntaba, al mismo tiempo que el aire le asfixiaba, pero el miedo a volver era mayor; erizada la piel que no tenía, corriendo con las piernas de las no era dueño, decidió seguir huyendo, sabiendo que de ello dependía su existencia.

No debería sentir, y sin embargo me ha dolido, no sé en qué momento tomé vida propia, esto de tener conciencia me pesa. No debería siquiera saber que todo esto ha sido un juego, que estoy huyendo, que duele, y que no pienso regresar. 

miércoles, 25 de mayo de 2011

Ficha psicológica



Breve descripción del paciente:

Inestable, inconsistente e infiel. Disfruta del dolor ajeno y del propio –más del primero que del segundo- y se regodea de ser el causante de éste. Incapaz de permanecer solo e incapaz de terminar con la enfermedad en su vida, aunque sepa el camino. Cae y se levanta mil veces… para el final volver a caer en el mismo juego, consciente de que sin duda alguna volverá a caer.

Polígamo hasta los huesos; si volviera a nacer, seguiría siendo imposible para él estar con una sola mujer. Sobra decir que ni en toda una vida de análisis riguroso esto se va a corregir. Él es así.

Misógino, manipulador y mentiroso; manosea la “verdad” a su conveniencia. Utiliza a las féminas de sus alrededores a su antojo siempre esperando que se le rinda pleitesía; tristemente casi siempre es así. Miente y miente y vuelve a mentir tan seguro de que está diciendo la verdad que es casi imposible aprender a ver a través de él; muy pocas lo logran.

Perverso. No siente culpa de hacer y deshacer a su antojo y mucho menos de provocar el sufrimiento de quien está junto a él.
No negocia, impone. Nunca pregunta, afirma. Difícilmente se entrega por completo porque siempre está el miedo a caer. Y cuando “se entrega” siempre es con la persona equivocada. Y jamás aprende (ni aprenderá).

Cualquier intento del paciente por cambiar las conductas arriba descritas termina siempre en resultados catastróficos, semanas durante las cuales relame las heridas nuevas y vuelve a abrir las viejas para no olvidar.

Pero encantador y romántico como pocos. Endulza las palabras como nadie y provoca la sensación de estar viviendo en un cuento que él mismo escribe para ti. Te envuelve, te toma, te susurra al oído, dice cosas que nunca habías escuchado y llega a lugares a los que nunca nadie había llegado antes, para entonces… dejarte otra vez.

Tratar de hacer un diagnóstico y un pronóstico sería perder el tiempo. Es un caso que simple y sencillamente no tiene remedio. 
*Por eso no confío en las psicólogas...

viernes, 13 de mayo de 2011

De lo marchito


Desde el interior, infestado de esa sensación a sangre hirviendo, profanando las coartadas que utilizas para tus mentiras; fina línea la que tú caminas, desgastando el paso y mi paciencia, ocultando la cara en alcohol y ganando valor; crecida de pretextos y excusas que conducen a ninguna parte.

Secuelas de tu sombra inerte y mi capacidad implícita de huir, rompiendo los esquemas con tu silencio, imaginando la ausencia y la luz desvelada, de la noche oliendo a whisky y ese mareo barato que le acompaña; y la vida transcurre, como el recorrido inevitable del tiempo y sus pasos, huellas blancas que mencionan mi nombre sobre la arena.

Y he de escribir mi final con la misma pluma con que escribiste el tuyo, maltrecho, un tanto torcido por el tiempo y sus indelebles recuerdos; carente de preguntas e infestado de razones, mirándote como se suele mirar a las mujeres en los amaneceres, como por debajo de la luz, como por debajo del perfume de los árboles, por debajo del ruido tenue de la ciudad dormida, y después partir.

Cada cosa y cada rostro estuvieron contagiados de mariposas que aleteaban amor, descalabro, angustia, café negro, pocillo, ven para acá mi amor, te tengo, no cierres la ventana, vaso. 

Éste soy yo, azotando mi rey en el tablero.

Nadie



Nadie habla con nadie. Nadie le enciende un cigarro a nadie. Nadie se llama nadie. Nadie tiene a nadie. Nadie se fuma su cigarro. Nadie se toma su vodka con hielo. Nadie tiene el culo frío. Nadie ama a nadie. Nadie odia a nadie. Nadie es nadie. Nadie tiene la mirada yo no sé. Nadie viene todas las noches y le dice a Nadie oye Nadie no te acerques a nadie, nadie no quiere nada con nadie.

domingo, 8 de mayo de 2011

Enroque


El enroque es la única jugada de ajedrez en la cual se mueven dos piezas a la vez. Es también la única ocasión en la cual el rey adelanta dos escaques y también en la que la torre puede saltar por encima de otra pieza. Consiste en mover el rey dos escaques en dirección al rincón (donde se encuentra la torre) y en la misma jugada hacer saltar la torre por encima del rey y situarla a su lado contrario.

*Tal vez va siendo tiempo de enrocarme...

martes, 3 de mayo de 2011

Reaparecer

Vuelvo, como imposible, postrado en el marco del nunca ante las ansias de la luna por tragarme entero. Monograma de ausencias, sedientas vertientes pretendiendo arrastrarme hasta unos labios, desconocidos, amantes de las interrogantes que azotan mi almohada.

Apareces, sin rostro, tan ajena que eres casi mía; vaciando el aire, asfixiando el tiempo en una botella, rompiendo con la quietud de lo familiar y así abrirte una puerta, resquebrajando el cielo en pequeños fragmentos de esperanza; y vuelves, vuelves a serme flor amarga, sueño exiliado en una almohada colmada de huellas, rompiendo cuadraturas en un mundo previamente construido que ahora pretendes habitar.

Sugeriría una guerra declarada, con filas interminables de besos como primera línea, redoblando el paso en caricias, frases indelebles desde mis ojos anunciando los inicios y gimiendo los finales, cimbrando la tierra en cada paso como Leviatán hasta perder el aliento.

Siguiendo la ruta trazada, el final estaba escrito aún antes de contarse;  faltaría borrar el cielo para dibujarle estrellas, romper con los verbos del diario y encontrar nuevos calificativos que rimen con las ganas. Y en las filias desvanecer el día hasta encontrar las noches, tan ausentes de mi.