lunes, 28 de abril de 2008

Te digo...

Que he venido persiguiendo mi sombra,
Que mi alma ha permanecido trastabillando la noche,
Que solemne, he decidido espinar tu ausencia,
Que he revocado mi paciencia,
Que embarré mi sonrisa en el parachoques.


De la constancia de inventarte siempre en rostros ajenos,
De la noche que llora y la luna que berrea preñada de estrellas,
De la convalecencia del cielo y su resaca de verdades.

Que no, que ya no quiero bordar lucecitas en mis dedos,
Que deslicé por la tráquea todos mis miedos y mi corazón brillante,
Que engullí la avalancha de ganas por colarme en tu rendija,
Que he derrumbado de un golpe los sueños de ayer,
Que ya sólo quiero huir lejos de ti.