sábado, 29 de septiembre de 2007

Devorador de Sueños, parte dos


Era raro verlo pasar por la calle, le gustaban los rincones fríos y pútridos, donde el agua había provocado una humedad indescriptible e insoportable para las fosas nasales. No tenía más compañía que su viejo morral, y un pequeño gato al que llamaba cariñosamente ‘bicho’. Bicho había perdido todo el pelaje en una de sus múltiples huidas habitacionales, justo cuando aquel humano había encendido un cigarro y la llama se propagó, hasta el punto en que les fue imposible la entrada y tuvieron que salir corriendo hasta el extremo contrario de la habitación.

No había demasiadas cosas alrededor de ellos, ni por quien preocuparse ó a quien cuidar. Tenía un tatuaje de fuego con la promesa impresa de no volver a su tierra, con la gente que lo quería y admiraba, en donde para ese entonces sólo se había vuelto un par de historias en la mente de los más viejos, y una pequeña ilusión de que volviera, en los corazones de la gente que más lo había querido.

Le decían Higo, como diminutivo cariñoso de Higor, a veces se olvidaba de su propio nombre y era acosado por esos recuerdos, justo después de haber conciliado el sueño le azotaba esa sensación de frío indescriptible que recorría su cuerpo, después llegaban las imágenes. Su tierra, los verdes pastizales y las montañas llenas de hojas secas que utilizaban para las fogatas en invierno, era riguroso el castigo de haberse marchado y cada noche lo pagaba con intereses muy altos.

Ese día anocheció más temprano que de costumbre, abrió los ojos, hecho un témpano de hielo que temblaba cuando el aire pasaba dibujando su piel. Del viejo morral sacó un trozo de pan viejo y duro, le dio un mordisco y disolvió poco a poco el pedazo de pan con su saliva, mientras tanto, bicho buscaba algún insecto para no tener el estómago vacío. Se puso de pie, sabiendo que esa noche no cazaría, no tenía ganas de hacerlo; por el contrario, caminó hacia la ventana que dibujaba la Luna a lo lejos y se dedicó a observarla, a sacar conclusiones y apagar pensamientos pendientes. Tardó más de 3 horas en reincorporarse tras haber escuchado a bicho maullando de frío, decidió acurrucarlo en sus piernas y acariciar un poco su áspera piel, procurando calentarle poco a poco hasta que se quedase dormido, le puso encima el viejo abrigo que llevaba puesto y caminó un poco por la habitación.

Su mente estaba volando demasiado bajo y debía planear el siguiente robo de sueños, antes de que el Sol mostrase sus inicios en el horizonte. Así lo hizo mientras miraba con detenimiento la casa de enfrente, la sombra que reposaba casi lasciva sobre la cama y que seguramente estaría soñando. Cómo añoraba ser él quien soñara, quien pudiera permanecer dormido durante la noche y no extrañara tanto las ilusiones de cualquier humano, como las extrañaba ahora.

Héroe

Se descubre, por muchas razones, que uno de los motivos por el que la mujer es un ser extraño a todas luces, es porque son las únicas sobre la faz de la tierra y probablemente sobre todo el universo que todavía creen en los cuentos de hadas.

Las mujeres son seres de fe, son capaces de transformar cualquier mundo, cualquier universo conocido o por conocer... pero sobre todo, el mundo de los hombres.
Las mujeres son capaces de todos los días al despertarse ver a su lado al hombre que aman y no al hombre que en realidad somos.
Las mujeres cuando ven una pared en realidad lo que están viendo son colores y texturas, los hombres cuando ven una pared ven ladrillo sobre ladrillo.
Las mujeres son capaces de mirar el universo a su favor para hacer que incluso el olvido sea una circunstancia difícil en el mundo de los desmemoriados.

Todo esto ocurre porque la fe es alimentada desde que ellas son niñas por elementos de corte extravagante:
Una vecina incómoda, una hermana mayor rebelde, una profesora hippie, una tía solterona o la mamá, (a esa la tienen que ver) y le dice “hija mía, tu no te preocupes... tu estás bendita, y tarde o temprano hasta el umbral de tu ventana llegará y se postrará de rodillas ante ti un príncipe azul”... ¿azul? Difícil imaginar un príncipe azul...

Los príncipes azules son, a saber por descripción estadística de las mujeres: Pelados entre 1.85 y 1.95 de estatura, de ojos azules o verdes, cabello castaño claro, claro castaño y si se lo pintan que sea de rubio natural (si se lo pintan como va a ser natural?).
Los príncipes azules son aquellas personas de una educación impecable, de unos modales intachables y de una cultura amplia.
Los príncipes azules también, por supuesto, deben ser espigados y delgados... si se pudiese usar pantalones de cintura 30 y de largo 38 (de pantalón).

Los príncipes azules también deben ser personas en extremo deportivas, dinámicas, pero por favor, no futbolistas... el príncipe azul desprecia el fútbol porque lo considera una manifestación bárbara de la estupidez humana y no concibe como 22 imbéciles pueden perseguir una pelotita y a parte alguien les puede pagar millones de dólares por tal hecho... el príncipe azul debe hacer cosas como esgrima... polo, deportes de verdad. (¿Esgrima?)
Y el príncipe azul, por último, es alguien que se puede llevar perfectamente bien con su suegra.

Como comprenderán, pues un hombre así de perfecto no existe. Si existiera se amaría a si mismo... ¿para que quiere a las mujeres?

Conclusiones:
1.- Los príncipes azules no existen.
2.- Si existieran, pues yo no soy uno de esos.

Sinceramente me acongojaba, porque en verdad es muy difícil estar enamorado de una mujer que cree en los cuentos de hadas:
Es muy difícil estar enamorado de una mujer que aspira y merece a un hombre perfecto.
Es muy difícil estar enamorado de una mujer que con una mirada cambia cualquier aspecto.
Es muy difícil estar enamorado de una luna lejana, de una estrella, cuando te sabes con los pies puestos sobre la tierra.
Es muy difícil todos los días levantar los ojos para verla y saber que te va a deslumbrar.
Es muy difícil mentirle con canciones incluso, que cuando yo veo ladrillos trato con todas mis fuerzas por ver sus colores... la fe que no tengo y que ella me regala es lo que me da fuerzas para presumirme loco a pesar de estar cuerdo, para saberme acompañado aún cuando estoy solo, y para sentirme profundamente enamorado y con ganas de vivir muchísimos, muchísimos años.

Solamente para que lo tengan claro, hoy más que nunca, debemos tener el pleno conocimiento y convencimiento de que los hombres somos una especie que desciende directamente del mono, las mujeres de las estrellas... y la mía, más.


Texto original de Abel Velázquez 'El Mago', imágen por http://www.arte-redes.com/nocturama

domingo, 23 de septiembre de 2007

Devorador de Sueños, Parte 1.


Lentamente, sin razón, el vaso se quedó vacío intentando acallar la sed de quien lo bebía. Se fugó por la tráquea intentando llevarse consigo algunas palabras, recapituló los versos antes dichos y, desde la boca del estómago, encontró salida entre las salpicaduras de un estornudo.

Quedó pasmado con regocijo al divisar en la cama algunos restos morbosos de noches anteriores, le encantaba bailotear sobre ellos y, a veces, chapotear un poco para refrescar la temperatura corporal, hasta encontrarse totalmente renovado.

Siempre prefería la entrada por el oído, que se abría justo después de susurrarle las palabras correctas, comúnmente, un par de versos rebuscados eran suficientes. La grandilocuencia siempre le fue difícil de aceptar en carne propia, por eso le encantaba mantenerse al margen, con el perfil bajo para no llamar la atención.

-La vida es simple- solía decir, cada que lograba que alguien más lo bebiera, a veces, solía zambullirse entre los sueños y pensamientos encontrados, se jactaba cuando lograba que alguien se cuestionara ó despertara con un poco de inquietud. Era verdaderamente un seductor, el mejor depredador de la comarca y un gran consejero en lo que a menesteres amorosos se refiere.

Sabía su oficio, engaña bobos por coincidencia, por simples azares del destino y otras cosas en las que nunca le gustaba pensar. Por convicción, siempre mantenía un aspecto pulcro, como si esperase que volviera quien algún día se marchó; su historia siempre fue borrascosa, supongo que por ello iba con tanta prisa por el mundo, como si los recuerdos le pisaran los talones en cada paso.

Las memorias lo asfixiaban, prefería vivir de sueños ajenos que robaba durante las noches mientras todos dormían, le parecía, hasta cierto punto, monótona la secuela de efemérides que rompía a su paso. El cazador está cansado de huir, cansado de su oficio y de los sueños que no le pertenecen, de construir castillos donde la tierra nunca ha sido sólida para vivir entre nubes.

martes, 4 de septiembre de 2007

Fecha de Caducidad


Y entonces tu falta me tiempo me dió las fuerzas para aceptar lo que pretendías que no aceptara, lo que sabías que me dolería. Ese día, ese día en que tu no estuviste... y los que restan en que no estarás, sabiendo que pudo haber sido.

Y es increíble que después de tanto tiempo y tantas cosas juntos, hayas olvidado también todas las veces que decidí perdonar.

Hemos recorrido ese camino tantas veces juntos, que no quiero volver a hacerlo.

(Aún tengo esperanzas de que los 10 restantes no mueran sin razón)
(Amor en términos finitos)