martes, 3 de mayo de 2011

Reaparecer

Vuelvo, como imposible, postrado en el marco del nunca ante las ansias de la luna por tragarme entero. Monograma de ausencias, sedientas vertientes pretendiendo arrastrarme hasta unos labios, desconocidos, amantes de las interrogantes que azotan mi almohada.

Apareces, sin rostro, tan ajena que eres casi mía; vaciando el aire, asfixiando el tiempo en una botella, rompiendo con la quietud de lo familiar y así abrirte una puerta, resquebrajando el cielo en pequeños fragmentos de esperanza; y vuelves, vuelves a serme flor amarga, sueño exiliado en una almohada colmada de huellas, rompiendo cuadraturas en un mundo previamente construido que ahora pretendes habitar.

Sugeriría una guerra declarada, con filas interminables de besos como primera línea, redoblando el paso en caricias, frases indelebles desde mis ojos anunciando los inicios y gimiendo los finales, cimbrando la tierra en cada paso como Leviatán hasta perder el aliento.

Siguiendo la ruta trazada, el final estaba escrito aún antes de contarse;  faltaría borrar el cielo para dibujarle estrellas, romper con los verbos del diario y encontrar nuevos calificativos que rimen con las ganas. Y en las filias desvanecer el día hasta encontrar las noches, tan ausentes de mi.  

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