martes, 13 de enero de 2009

Héroe desencadenado

Ciertas noches pueden resultar muy lluviosas…

No sé cómo, pero anoche el celular falló justo en el momento en que te escribía e intentaba enviar un mensaje que decía: "Te odio tanto..." (Solo osé a decir "maldito celular..." y retiré la pila para volverlo a encender).

Aún no se si la accidentada noche con ello me quiso dar la última bofetada, mientras bebía un mojito que me derramaron en la camisa, o simplemente era un destello de lucidez que pretendía aminorar el peso de mis hombros; y con ello su última dedicatoria a este imberbe intento de existencia conjunta.

Ritual minado entre música acelerada en tonos neón, constante de tus miedos inafectados por mis caricias; rellené mi cabeza con recuerdos de arena, y no sé cómo fue que pasó el tiempo y me encontré a mi mismo nuevamente en aquella mesa del rincón, mirando al vacío mientras encendía un cigarro, fue entonces que aquella luz acribillante dio su último aviso:

El mensaje se había ido, y junto con él todas mis ganas por un inicio constante, de lazar estrellas en un cielo para dos.

No sabía que al final serías tú la que sobreviviría… que sería yo el cancerbero y tú la princesa; que mi nombre en plural quedaría postergado al olvido.

4 comentarios:

Rodrigo DLE dijo...

Hoy odio los anónimos más que nunca.
Hoy me encuentro más ácido que el jocoque.
Hoy estoy cansado de soñar.

Anónimo dijo...

Cuánto histeriquismo jajaja...

Asderel

Anónimo dijo...

Centinela de todo y nada

No quiero verte despertar
con el ayer a cuestas.
Retrocediendo a zancadas,
del mañana inseguro a llegar.
Apostando por juegos perdidos
y pagando cuentas ya liquidadas.
Llevando penitencia de pecados
ya absueltos y exorcizando
de demonios el cielo.
Soñando realidades borradas
sin haber sido escritas.
Intentando volver al origen,
cuando ya ha llegado a su fin.

ArYi.

Rodrigo DLE dijo...

No, no hay facturas pendientes. No pienso levantar la pluma con la que escribí mil verdades para luego arrojarla por la ventana; el camino está escrito y ya cargué mi corona de espinas.

"Te sobra cola para sacerdote, y aún asi tendría que mentirte para que me absolvieras... qué horror, no quiero confesarme".