En la calle, en la guerrilla de tu ausencia, con el sabor amargo en la lengua anunciando la llegada de una nueva estación, más fría, con menos luces y seguramente con olor a rencores añejados. El viento sopla como en cualquier parte, pero lleva consigo pequeños pedazos de cristal que se entierran y cortan, desquebrajando los atisbos de fe que aún sobreviven.
Helada la mañana, quema la ausencia y se entretejen los deseos; se desmorona el recuerdo y se divisa rodar por las escaleras, es entonces cuando duele menos, cuando el paso del tiempo se diluye en el café, en el cigarro o en la terrible disyuntiva de unos ojos postrados ante la fe de un imposible.
Vuelvo como eco, al unísono del viento que silba, que se escapa a tus pulmones y respiras, que busca y no encuentra, que viaja lejos y a ningún lado encerrando promesas, profanando realidades un tanto viejas, un tanto ciegas, un tanto tuyas... un tanto mías.
*Música original de RDLE
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