domingo, 23 de septiembre de 2007

Devorador de Sueños, Parte 1.


Lentamente, sin razón, el vaso se quedó vacío intentando acallar la sed de quien lo bebía. Se fugó por la tráquea intentando llevarse consigo algunas palabras, recapituló los versos antes dichos y, desde la boca del estómago, encontró salida entre las salpicaduras de un estornudo.

Quedó pasmado con regocijo al divisar en la cama algunos restos morbosos de noches anteriores, le encantaba bailotear sobre ellos y, a veces, chapotear un poco para refrescar la temperatura corporal, hasta encontrarse totalmente renovado.

Siempre prefería la entrada por el oído, que se abría justo después de susurrarle las palabras correctas, comúnmente, un par de versos rebuscados eran suficientes. La grandilocuencia siempre le fue difícil de aceptar en carne propia, por eso le encantaba mantenerse al margen, con el perfil bajo para no llamar la atención.

-La vida es simple- solía decir, cada que lograba que alguien más lo bebiera, a veces, solía zambullirse entre los sueños y pensamientos encontrados, se jactaba cuando lograba que alguien se cuestionara ó despertara con un poco de inquietud. Era verdaderamente un seductor, el mejor depredador de la comarca y un gran consejero en lo que a menesteres amorosos se refiere.

Sabía su oficio, engaña bobos por coincidencia, por simples azares del destino y otras cosas en las que nunca le gustaba pensar. Por convicción, siempre mantenía un aspecto pulcro, como si esperase que volviera quien algún día se marchó; su historia siempre fue borrascosa, supongo que por ello iba con tanta prisa por el mundo, como si los recuerdos le pisaran los talones en cada paso.

Las memorias lo asfixiaban, prefería vivir de sueños ajenos que robaba durante las noches mientras todos dormían, le parecía, hasta cierto punto, monótona la secuela de efemérides que rompía a su paso. El cazador está cansado de huir, cansado de su oficio y de los sueños que no le pertenecen, de construir castillos donde la tierra nunca ha sido sólida para vivir entre nubes.

1 comentario:

MIRZA COLETTE dijo...

me gusta cuando ahorcas la risa, cortas caricias y perforas recuerdos...todo por vaciar el "alma" en la tinta... Ponle timón a tu océano.

hasta que conveniencia nos aplaste...